Hace menos de una semana me caminé unas cuantas cuadras de la avenida Corrientes en busca de Un Dios Aparte, el libro nuevo de Miguel Ángel Dente, sobre Charly García. Como salió hace poco, en algunas librerías que sabían de su lanzamiento, me dijeron que todavía no se lo habían llevado. En el resto, ni la más pálida idea. Lo quería para esa misma noche porque tenía que responder a una consigna de TEA para la que necesitaba algunos datos, que no sabía, y para cuya obtención tenía prohibido recurrir a internet y no tenía la credencial para sacar material del archivo. Quiero decir que no hubiera tenido problemas en esperar unos días más para comprarlo, pero estaba en la calle y necesitaba contar con esa información para escribir un breve perfil sobre García.
Entonces, me llevé No Digas Nada, de Sergio Marchi. Un libro que ya me hubiera devorado si no fuera por mis ganas de interiorizarme en cada cosa que leo, lo que enlentece considreablemente la lectura. A medida que detalla cada momento de la vida del genio, describe algún show, o cuenta cómo se concibió tal o cual tema o álbum, me veo en la necesidad de remitirme a los respectivos discos, a los videos, a las entrevistas que cita o a cualquier otra referencia que pueda encontrar.
Ahora bien, todo esto es preámbulo para invitarlos a pensar en algo.
En el capítulo 5, titulado "Los Dinosaurios", cuenta, entre otras cosas, cómo fue el último show de Sui Generis. Dos funciones el mismo día (5 de septimebre de 1975) en un Luna Park que explotó. De hecho, fue la primer banda en llenar el mítico estadio porteño con 25.600 espectadores.
Vean esto:
Mientras miraba el video, no podía dejar de ponerme la pilcha de cada uno de esos pibes setentosos. Piel de pollo (nunca de gallina), y tuve que enjugarme los ojos alguna que otra vez.
¿Se imaginan estar en esa situación? Digo, siendo parte del público, obviamente. (Sé que algunos de los poquísimos que me leen son amigos músicos, no quiero jugar con sus sueños o susceptibilidades) Me refiero a tener la certeza de que están presenciando la última presentación en vivo de su banda favorita. La que los marcó y los acompañó en momentos inolvidables. Con la que se sienten más identificados. La que les canta a uds, poniéndole letra y música a sus vida. No me hace falta ser mucho más explícito, ¿verdad? Para sumar, están en su momento más exitoso y acaban de sacar un disco del carajo.
¿Cómo lo vivirían? ¿Cómo se prepararían para esa fecha? ¿Qué sensaciones los embargarían?
No puedo dejar de pensar en si Los Redondos hubieran dado el preaviso. O si La Renga decidiera poner un repentino fin a su carrera. O si Pedrito Aznar o García no quisieran tocar nunca más. Sólo por poner a los más grossos de los contemporáneos que más me marcaron...
Cuéntenme, denle, activemos un poco este espacio. Devuelvan la pared.