viernes, mayo 21, 2010

Quizás sea genético



Algunos la habrán leído cuando fue publicada y sólo tengo que recordársela, a otros se la presento: mi segunda entrada.

Después de algunos meses, puedo decir que la situación aquella prescribió y quedó en el olvido. Hasta hoy.
Pero no porque haya recibido algún agravio, para nada. Sino que, gracias a un chiste que un PROFESOR hizo anoche, me enteré de esto:



Quizás encontremos alguna explicación aceptable al tipo de conducta violenta y primitiva que cuestionaba entonces.
Sólo resta ver qué arrojan los resultados de los análisis acerca de para qué sirve ese entre 1 y 4 por ciento de genes de origen neandertal, y si se manifestaría como intuyo.

Je !.

miércoles, mayo 19, 2010

Fuerza Natural

Hace aproximadamente un año y algunos meses, leyendo el primer texto de la materia Psicología Social, una ficha sobre la historia de la disciplina, me encontré con un fragmento de un texto que me supo hacer ruido y que, cada tanto, recuerdo. Dice así:

Los fenómenos de masas eclipsan todas las características humanas individuales positivas. El ascenso de las masas coincide con la declinación de la civilización, ya que el alma colectiva, a través de la sugestión y el contagio, propende una conducta inconciente e irracional, de modo que los hombres sienten, piensan y actúan de un modo completamente distinto a como lo haría cada uno de ellos por separado. La masa se transforma así en una entidad psicológica distintiva e independiente de los miembros que la componen.
Gustav Le Bon, en La psychologie des foules, 1895 (Psicología de las Masas, 1896)


Llamó mi atención por el carácter universal del concepto, y lo aplicable que es a innumerable cantidad de fenómenos sociales. Obviamente que el autor no pensó en cosas tan básicas, chatas y particulares como las que se me están ocurriendo a mí.

¿En qué pienso?
En la rivalidad histórica planteada entre los seguidores de Soda Stereo, por un lado, y los de Sumo, Los Redondos, Divididos, Las Pelotas, La Renga, por el otro. En como, por haber sido durante muchos años asiduo concurrente a recitales de estas bandas (obviamente, por la mala suerte de haber nacido en el ‘85, no hablo de Sumo y, por desgracia, tampoco de Los Redondos, pero sí del resto de las del segundo grupo), muchas veces entoné, sin pensar, un cántico del que, con el tiempo, me arrepentí y dejé de compartir con la turba: el archiconocido “Luca no se murió, Luca no se murió… (ya saben quién debería morirse para aquellos a los que les gusta terminar la frase)”.

Es una animalada, de una violencia y desconsideración tremendas, el sostener esa idea. Pero el verdadero mea culpa, el realmente sentido, lo hice hace algunos años, cuando me digné a interiorizarme en la carrera de Soda y de Cerati como solista. Aclaro que hoy no los escucho. Gustavo A MÍ no me dice nada y ya se me pasó la fiebre del “Me verás volver” (que me duró poco). Me gusta otro estilo de hacer música, claramente. Me identifico con otras banderas y mensajes. Pero no puedo dejar de respetarlos muchísimo como figuras. Y, musicalmente, los admiro.

Todo esto viene a cuento de lo mal que la está pasando Cerati en Venezuela.
Y de que desde el momento en que me enteré, no pude dejar de escucharme entonar esa barbaridad.
A partir de ahí, me pregunté qué pensará el resto de la gente que lo sigue coreando. Si realmente pasan por ahí sus sentimientos, digo, individuales; o si son la sugestión, el contagio, la influencia, el alma colectiva que habla a través de ellos.

Por mi parte, deseo que se recupere pronto y bien.
Desde mi humilde lugar, van mis buenas vibras. 

No nos acostumbremos




Un lindo tema, con un mensaje que espero que llegue, de una gran banda. 
Denle una oportunidad, van a ver que les va a gustar.

miércoles, mayo 05, 2010

Presunción de culpabilidad

    Anoche, hablando con una amiga, y luego con otra, a quien le planteé el tema de la discusión que sostenía con la anterior, me puse a pensar un poco (más) acerca de una de las facetas de la vida en la ciudad: la inseguridad (¿sensación?) y la desconfianza, que lleva inevitablemente a la discriminación, en el mal sentido.

    ¿Y qué querés que te diga?

Yo me rehúso terminantemente a caminar la vida sospechando que todos son culpables hasta tanto se demuestre su inocencia. 

    Ayer mismo, al salir de la facultad, esperando el colectivo, presencié de cerca cómo ni un taxi se dignaba a pararle a un pobre laburante, que sólo quería que lo arrimasen un tramo del camino, porque no tenía plata para pagar el viaje entero hasta su casa. Andaba algo desaliñado, si afeitarse y con una bolsa a lo Don Ramón, como si fuera una sábana con la que envolvía algunas pertenencias. Indignado, me pidió un cigarrillo y se sentó a fumar en el cordón. Me dijo que quería viajar en auto porque, como venían los colectivos de atestados a esas horas, no iba a poder subir con el bulto ese. "¿Y qué llevás ahí?", no me pidan que explique porqué me animé a preguntarle. Me respondió que era ropa para los chicos del barrio. Que trabajaba en una textil, y se aventuraba a esconder algunas prendas falladas. "Si las tiran, o pasan a retazos, no se les ocurre que alguien todavía se puede vestir con esto", me dijo, palabras más, palabras menos. El muchacho merecía que lo llevaran gratis. Pero no, socialmente construimos infinidad de señores K.(*), en estado de acusación permanente, sin tener la posibilidad de presentar una defensa racional contra la fuerza de prejuicio. No solo eso, de la mano, viene la discriminación.

    No sé cuánto más habrá tenido que esperar este hombre. En lo que a mí respecta, vino el 56 y emprendí el retorno a casa, no pudiendo sacarme esto de la cabeza por un buen rato.



(*) N de R. Con señores K. me refiero a Joseph K., personaje de El proceso, de Kafka. No sea cosa que algún politiquero oficialista fanático me salte a la yugular.