El lunes me desperté con un elefante sentado en el pecho.
Se cayó de un sueño, directamente sobre mi humanidad, y ahí se quedó un buen rato. Quería estar cuando yo abriera los ojos, para asegurarse de que sea totalmente conciente de cómo me hundía en el colchón.
Mientras, me torturaba tarareándome una canción que me resultaba conocida, pero que no podía identificar. Es decir, escuchaba la melodía en mi cabeza, pero se me escapaba la letra. (Esto es real)
Hasta que la curiosidad se hizo de otra víctima además del gato.
Vamos!… que la mayoría me conoce. Estaba claro que no me iba a quedar tranquilo sin saber con qué me estaba autoflagelando.
Resultó ser Cable a Tierra, de Fito.
Hermoso. Pero hoy me resulta imposible de digerir.
Me toca el culo, me siento zarpado.
Cosas que pasan.